jueves, 7 de marzo de 2013

Capitulo 1

Capitulo 1. 

 LA SALVACIÓN
Empecé el trimestre, sin problemas, 1º bachiller, algo complicado, ya que en ese curso hay que tener claro que quieres ser,que quieres estudiar, trabajar,  a que profesión le  quieres dedicar toda tu vida, claramente, tienes que tener clara tu vida. Todos los de mi clase la tenían clara menos yo. Se que suena muy estúpido pero nunca me había planteado la idea de pensar por un momento en futuro, todo me gustaba, todo se me daba bien, y en 4° ,cuando tenía que echar la matrícula, se me vinieron todos mis pesadillas encima, mi padre por un lado insistiendome que fuera médica como él, que es muy gratificante salvar vidas, mi madre por el otro quería que fuera abogada, una cosa que no me gustaba, algo muy serio para mi, pero la verdad que no descartaba esa opción.
Sinceramente, no tenía ganas de decidir mi vida en ese momento, tenía ganas de vivirla. Yo no era mala estudiante, al revés sacaba sobresalientes en todo, pero decidí que era hora de pensar en el presente, y dejé de estudiar. Sacaba baja nota, y mi madre intentó hablar conmigo para que cambiara de idea, pero desde luego ella no me la iba a cambiar, porque ella era uno de los motivos por mi rechazo a los estudios. Seguí en mi línea y fui a peor y a peor hasta que nadie me controlaba. Decidí frenar un poco antes de que me chocara , y cuando ya estaba retomando mi vida estudiantil, mi madre decide estallar. No se que es peor, si vivir la vida bien, o vivirla amargada, porque de la manera que me empezó a chillar y a escandalizar a toda la manzana no era humana. Creía que no era serio, que sería una regañina más y que se pasaría en unos días pero no fue así. Mi madre decidió mandarme fuera, para que pasara tiempo sin mis amigos, porque creía que era una mala influencia para mi, pero era yo y mi mente la que influían en mi misma. Decidió esperar a que terminara el trimestre, y cogí una depresión demasiado potente.
No les dije nada a mis amigos, llevé el dolor en silencio.terminó el trimestre y dieron unas vacaciones de 4 días. Era el momento de irme. No debí contarle nada a Sergio, no debí quedar con él a las siete en la estación, en ese momento no podía saberlo, ni siquiera imaginarlo. Ese día me levanté con los primeros rayos de sol que entraron por mi ventana, estaba muy nerviosa, apenas podía escuchar mis propios pensamientos porque estaban tan revueltos y mareados, que me entraron náuseas. Me levanté pálida, me vestí, me puse la primera ropa que vi  y fui a la cocina a desayunar. Mi desayuno se basaba en un tazón de leche con galletas. Cuando entré en la cocina, ya estaba preparado el desayuno, mi madre estaba allí con mi padre discutiendo sobre la los cotilleos del barrio, ya que mi madre era muy cotilla, la verdad sea dicha. Mi padre leía el periódico, mientras que mi madre, hablaba sin descanso. Yo decidí no hablar con ninguno de ellos, coger mi tazón y mis galletas ponerlos en una bandeja y llevármela al salón. Allí había un sofá marrón chocolate, una chimenea, una mesa y una televisión no muy antigua. Mi casa no era muy grande la verdad, era planta baja,tres cuartos,el mío que estaba al fondo del pasillo, el de mi madre que esta el primero, y el otro que no lo usábamos  solo lo usábamos para guardar trastos, mas bien era un trastero sucio. Había un cuarto de baño, que estaba un poco obsidado, la cocina que sus paredes eran de color verde claro, donde entraba mucha luz gracias a unas ventanas grandes y el salón. La verdad que mis padres trabajaban mucho para mantener la casa, solo miraban mi bien. Vivíamos con el sueldo de mi padre, un médico de consulta honrado,y el de mi madre en una tienda de fruta. Así que fui para el salón,dejé la bandeja en la mesa, y me senté en el sofá. De una milésima de segundo a otra mis ojos se empezaron a llenar de agua y no pude aguantar. Empecé a llorar, pero ninguno de ellos era capaz de hablarme. Se sentían muy culpables y si hablaban conmigo temían que yo les hiciera cambiar de opinión como hacia siempre.
Estuve media hora llorando delante del tazón de leche esperando una salvación. De repente llamaron al timbre. Una salvación me dije a mi misma,corrí tanto como pude a abrir la puerta y allí estaban, Carmen, Marta, Ariadna y Cristina.
—Regalo de despedida—dijo Ariadna muy emocionada.
—te secuestramos un ratito,dile a tu madre si nos da permiso.—dijo Marta con muchas ganas y un poco pícara.
Mi madre ya lo había escuchado por lo que no se lo tuve que decir, y dijo — llevársela, a la hora de comer en casa.
— tranquila, no se fugará, la cuidaremos Laura.— dijo Cristina, para ganar su confianza.
—pasárselo bien—dijo en tono seco mi madre.
—Adiós— dijimos todas mientras me jalaban hacia fuera del marco de la puerta, mi madre cerró la puerta y nos subimos en el coche de el padre de Marta, que se lo había prestado a ella, porque ella ya tenía carné de conducir, era un año más mayor que yo.
—Vamos a mi casa, Valeria, tenemos una sorpresa para ti—
—¿No  habreis preparado un numerito, rollo fiesta sorpresa y eso no?-
Ellas me miraron por un segundo y todas movieron la cabeza de derecha a izquierda repetidas veces.
-Es un detalle para que nunca nos olvides.- Dijo Ariadna
-Bueno, vale, pero no podemos tardar, ya habéis oído a mi madre.
Marta arrancó y cuando cambió de marcha, empezó a toquetear la radio, y cuando escuchó una canción que nos gusta a todas paró en seco de pulsar el botón.
-Me encanta esta canción- Dije dispuesta a que le diera más volumen.
-¡ponlo a tope!- Dijo Cristina.
Empezamos a hablar, y la verdad es que me daban ganas de llorar sabiendo de que en  2 años no volvería a pasármelo tan bien como lo pasaba con ellas, pero no lloré, no quería fastidiar nuestro último momento.
Llegamos a la esquina de la casa de Marta, su casa era grande y bonita, con porche y jardín. Me trae demasiados recuerdos esa casa, fiestas pijama, alguna que otra fiesta, desfases y momentos muy divertidos y   vergonzosos. Marta aparcó echó el freno de mano y abrió la puerta del coche. Todas salimos y fuimos detrás de ella y entramos muy educadamente (o al menos eso pretendíamos). Entramos y Cristina y Carmen se pusieron a contar sucesos que habían pasado en esa casa y nos echamos unas risas.
Después Ariadna se fue con Marta y me dejaron con las locas esas riéndonos como nadie. Llegaron con una pequeña bolsita y me la dieron.
-Este es nuestro detalle para que no nos olvides nunca.-Dijo Ariadna.
Abrí la bolsa que contenía un pequeño paquete envuelto en papel de regalo,y lo empecé a abrir.
En el paquete había un collar que tenía pequeñas bolitas con los cuatro nombre de mis amigas y entre dos y dos bolas se encontraba una llave en la que ponía mi nombre.
-Es precioso- Se me saltó una lágrima, y las abracé.
Cuando me había calmado no pasaron segundos que le pedí a Carmen que me pusiera el collar.
-No me lo quitaré en la vida- Dije mientras Carmen me terminaba de colocar el collar.
-¡Valeria, es tarde, te tenemos que llevar a tu casa!- Dijo Marta preocupada.
-Venga vamos-Dije entre lágrima y lágrima.
Continuará.

viernes, 7 de diciembre de 2012

PREFACIO: Mirada color caramelo.

Me parecía interesante, después, lo pensé mejor y me arrepentí.
Fui yo, la que en un impulso fui a hablar con Sergio,mi amigo de toda la vida, compañeros del colegio y de infantil,el era mi mejor amigo.Estábamos en el instituto, donde todo el mundo nos miraba,en medio del recreo, así que lo llevé a un sitio más discreto,y nos sentamos en un banco de la zona inhabitada de estudiantes. Por el camino fuimos silenciosamente, un silencio rotundo hasta el banco, después rompió él ese silencio. Sergio estaba nervioso e impaciente, no sabía nada sobre el asunto que le iba a contar por lo que no podía ni imaginar como se lo tomaría,ni como reaccionaría.
—vas a hablar ya, o te tengo que mover la boca como los muñecos, ¿que sucede?—Parecía muy preocupado,porque, la verdad que yo no es que estuviera muy feliz.
—Lo que pasa es que me voy de la ciudad, me voy al campo, mi madre quiere que pase tiempo con mi tía y mis primos, aunque no los conozco, mi madre quiere que tenga contacto con ellos, así que en el próximo trimestre, me voy al instituto del pueblo de mi tía.—parecía que me dolía cada palabra que pronunciaba, aunque pienso que, verdaderamente me dolían.
—... Me duele mucho que te vallas, pero volverás en verano, tampoco queda tanto, espera... ¿Volverás en verano no?—
—No, hasta navidades no volveré. —se me saltó una lágrima, y antes de que dijera nada, lo abracé con la suficiente fuerza como para romperlo en pedazos.
—No te puedes ir... ¡no puedes!—Dijo Sergio tan emocionado como yo, o más.
—Me voy mañana, sergio, espero que me vengas a despedir a la estación de autobuses a las siete de la tarde.—le guiñé el ojo y me levanté, el me miró con sus ojos color caramelo bañados en agua y le dí otro abrazo. —te llamaré de semana en semana Sergio, no podrás deshacerte de mi fácilmente.—Sonreí, falsamente y me alejé, sonó el timbre, y le grité desde lejos,— ¡mañana a las siete no me falles!—¡No te fallaré!—
Sus ojos caramelo, soltaron una cómplice mirada de tristeza que nunca se me olvidará. Nunca pensé que no los volvería a ver más, otra vez me arrepentí de pensar así.




CONTINUARÁ